Así como el fútbol colombiano ha evolucionado gracias a un mayor apoyo de las Instituciones, de la iniciativa privada, a la salida de los jugadores al exterior, a la llegada de un cuerpo técnico externo y a una expansión de la hinchada, los problemas sociales del país requieren que abandonemos la pasión extrema que nos lleva fácilmente por los caminos del éxtasis y la depresión y comencemos a ser más reflexivos y propositivos frente a su futuro.

Susana Ballesteros
La Bogotá que “los otros” soñamos
Expongo a continuación una lista de cinco cosas que desde los sueños de mi generación de izquierda libertaria se han ido haciendo realidad en Bogotá y que, gane quien gane las próximas elecciones, tendrá que tener en cuenta en su gestión.
Situación entre judíos y palestinos: conflicto y empatía
Desde un punto de vista de izquierdas, la crítica a la ofensiva emprendida por Israel en los últimos días, no puede evadir los temas económicos, políticos y sociales que implica una guerra desigual entre un pueblo con todo el poder del dinero y un pueblo sumido en la miseria y el no futuro.
Ninfomaníaca o la fascinación de la pornografía
La constante denuncia de la cosificación de las mujeres y de sus cuerpos me parece que no es suficiente para motivar un cambio liberador. No es el sentirse tratado como una cosa lo que nos podría indignar, sino más bien el control de nuestros cuerpos dentro de límites definidos por aquellos que creen tener derecho. Incluso en contra de nuestros propios deseos.
¿El punk ha muerto?
¿Cómo es que seguimos hablando de este muertito con tanta tranquilidad? ¿Cómo podemos decir que en los dos miles también han surgido bandas, arte, ideas, movimientos políticos, experiencias psicodélicas, literatura, experiencias económicas y un sinfín de manifestaciones punk? ¿Cómo decir que una diseñadora de modas no puede exterminar algo que sigue vigente y lo estará mientras tengamos algo a lo que decir no?
Caminando a tientas
Más allá de los intrincados argumentos jurídicos que puedan sustentar sus decisiones, el Procurador –en el marco de la filosofía kantiana– ha abusado del uso de su razón privada, es decir, que sus creencias están pasando por encima de leyes establecidas o interpretadas por las instituciones que tienen esta potestad.