No nos van a derrotar, tenemos la certeza de la vida, del amor, de la alegría. No hemos dejado de contar los días, no los dejaremos de contar. ¡Fuerza! ¡Fuerza como siempre que aquí les estamos esperando! ¡Libertad para lxs prisionerxs políticxs! ¡Inocentes son y libres les necesitamos!

Andrea Barrera
Violencias, patriarcado y ¿consentimiento?
Consentir, según esta lógica, es no oponerse. La pregunta es: ¿cómo nos debemos oponer? Se supone que tras haber sido robadas, aún más, después de haber sido enseñadas toda la vida a ser sumisas, delicadas, temerosas, de repente debemos actuar como “actuaría un hombre”
Culpa, explotación y apropiación de las mujeres: sobre dos recientes “llamados al orden”
Y si los “llamados al orden” no son acatados, no hay por qué inquietarse, siempre hay formas de restablecer ese orden (insultos, abiertas y soterradas formas de exclusión, violaciones… Una lista ciertamente extensa). Es más, si es necesario, se recurre a la fórmula de “salvar a las mujeres de sí mismas” porque no saben lo que hacen o lo que dicen. Y no hace falta hacer un gran esfuerzo para encontrar ejemplos de esta maniobra que permite que las mujeres sepamos dónde “tenemos” que estar, cuál es nuestro lugar, por si acaso se nos olvida (o decidimos simple y llanamente no ocuparlo).
El feminismo no mata: a propósito de una columna anti-feminista cuyo autor se pretende defensor de un “feminismo riguroso”
Muy al contrario de lo que el columnista del Espectador afirma, pensadoras feministas han puesto de presente la importancia de incluir la “variable” sexo, y también la de género, en las investigaciones sociales y naturales. Los feminismos han avanzado serias reflexiones sociales, económicas, epistemológicas, ontológicas y políticas. Eso es feminismo riguroso, no estalinista, oscurantista, doctrinario ni obstinado.
Algunas palabras sobre la criminalización del pensamiento y la acción disidentes
Lo cierto es que, como afirma el profesor Miguel Ángel Herrera, en medio de tanto discurso que pretende que la paz es el único futuro posible para el país, está aumentando de manera alarmante la inseguridad para quienes están dispuestos a disentir y a protestar.
Las violencias contra las mujeres son un fenómeno político. O: “bajémonos del bus” de que los hombres que agreden a las mujeres son unas cuantas personas “enfermas”
No es gratuito que tengamos miedo de salir solas a la calle o coger un bus en la noche. Como bien lo han demostrado muchas feministas, no todas “necesitamos” ser golpeadas o violadas para sentir miedo, para sentir que debemos comportarnos de una determinada manera, en parte, para ser “buenas mujeres”. Y si de pronto algún día osamos pensar “que nos vale un carajo ser buenas mujeres”, no nos afanemos, recibiremos un insulto o un golpe que nos “recordará”, que “sí, claro que sí queremos ser buenas, muy buenas mujeres”.
Pequeños apuntes sobre la (ausencia) de democracia en la Nacional
El gobierno universitario tal como existe hoy en día no sólo le da la espalda a la comunidad universitaria, desconociendo su potencia y capacidad para discutir y decidir, sino al conjunto de la sociedad colombiana. Esta situación crea y recrea una relación en la cual una parte de la “comunidad universitaria” y supuestos representantes de la sociedad se constituyen en sujetos de la acción, imponiendo su modelo de universidad al resto de la comunidad universitaria, que es pensada y tratada como objeto que debe acatar todo aquello que se le dicta y exige.
El enfoque de género en los acuerdos de La Habana: Perspectivas y desafíos para el Movimiento Social
Muchas mujeres colombianas, como las lideresas sociales del suroccidente con las que tuvimos la invaluable oportunidad de hablar, tenemos la convicción de que los acuerdos en La Habana, de ser refrendados, constituyen una posibilidad única en tanto facilitarían la formación de un nuevo escenario político propicio para el avance y el fortalecimiento de las acciones colectivas y para las luchas del movimiento social, de las organizaciones populares, de mujeres, feministas, LGBTI.
La participación de las mujeres en la Habana: a propósito de los límites de las negociaciones y algunos retos tras la firma de los acuerdos
Las mujeres colombianas tenemos mucho que decir sobre nuestros derechos y nuestras reivindicaciones, y el trabajo de las organizaciones de mujeres y feministas es innegable en ese sentido y ha dado muchos frutos, pero las mujeres también tenemos mucho que decir sobre el problema de las drogas y el narcotráfico, sobre la justicia y la participación política de las insurgencias tras la firma de los acuerdos, sobre la repartición y los usos de la tierra en el país.
La instrumentalización de la violencia sexual como estrategia de guerra (y de apropiación de las mujeres)
La apropiación de las mujeres por cualquiera de las partes que se enfrentan en cualquier conflicto armado será hoy y siempre inaceptable, porque nuestras luchas, nuestras reivindicaciones, nuestros sueños, nuestras vidas, no les pertenecen ni en medio de la guerra ni en tiempos de “paz”.