«Resistir no es aguantar” es un llamado a quebrar ese impulso domeñado del aguante, una invitación que le hace frente a esos valores que hemos incubado como verdades absolutas. De la lección de Francia podemos aprender que resistir es asumir, de manera colectiva, las luchas históricas de los pueblos subordinados históricamente

Hernán Alejandro Cortés
Des-encanto y revolución
Lo que me gustaría decir es que construir una narrativa del desencanto tiene que ver con producir una forma de comprensión del mundo distinta que, en lugar de renegar diciendo que las condiciones no están dadas, permita formular cambios a corto, mediano y largo plazo en temas cruciales.
Republicanismo plebeyo, por una alternativa política latinoamericana
Pensar cómo se construyen esas voluntades plebeyas, cómo desarrollan articulaciones para conformar instituciones y cómo se la juegan en la conformación de nuevas formas de gobierno y de organización será una de las tareas fundamentales de la teoría crítica latinoamericana. Es necesario asumir el terreno de disputa ideológica como parte de una batalla cultural y como escenario crucial para entender mejor esas reverberaciones fantasmagóricas, esas reiteraciones que van configurando lo que somos, pero que a su vez van permitiendo que nos situemos en relación con un futuro por venir.
¿Bogotá mejor para todos y lucha de clases? ¡Sí, por favor!
Ante la actualidad habrá que defender las firmas y el sentimiento de indignación en la calle con vistas a la articulación de un movimiento ciudadano con vocación de poder. Así pues habrá que pensar que la Bogotá mejor para todos requiere que pensemos en la lucha de clases como forma de pensar la política, ganarle el espacio a esa rosca que se ha beneficiado pasa descreer y crear nuevas formas de gobierno es una apuesta del ciudadano de a pie, así que ¡sí, por favor!
Gramáticas de lo común: ¿un nuevo proyecto político?
Creo que un nuevo movimiento político en Colombia debe, en lugar de entregarse a representar al pueblo, ponerse en la tarea de construir uno. Para ello es necesario que la organización territorial tenga propósitos particulares, planes de acción y de desarrollo comunitarios en los que se exprese una voluntad colectiva.
Re-pensar una izquierda democrática en Colombia: un ethos común
Resulta necesario contagiarnos de un ethos común, es decir, de una forma de conducirnos en la que el otro debe ser parte indispensable del proceso de construcción individual y colectivo, debemos apostarle a re-organización de nuestros afectos en lo mínimo, en construir camaradería, compañerismo, hermandad para solidificar las bases de una organización conjunta, debemos imaginar horizontes de vida distintos, debemos cuidarnos mutuamente para hacer lo imposible.
Desbordar el sentido común: un movimiento popular para la paz
Creer que la paz se alcanzará a punta de reformas administrativas del Estado es una completa ingenuidad. Construir una paz estable y duradera tiene que ver más con agenciar las prácticas cotidianas con escenarios donde la lógica del diálogo, de la diferencia y de la reflexión estén en el primer orden.
¿Precariedad infinita?: la universidad y el trabajo
Vale la pena preguntarse entonces por el lugar y el hacer de la academia, y eso, necesariamente, implica re-pensar la universidad en el marco de las relaciones económicas del mundo contemporáneo, pues, como lo señalaba Noam Chomsky, la universidad fue tomada por asalto y parece no tener la fuerza suficiente para resistir el ataque del mercado en su versión neoliberal.
Golpes y mareas: menos realidades y más creaciones
Para que la izquierda luche con fuerza y de manera democrática se necesita que los movimientos sociales sean como las mareas del mar, que irrumpan y se estén reinventado constantemente, que sus demandas sean el poder constituyente que construirá esos múltiples sentidos de los que brotará una voluntad común.
Del engaño de Peñalosa a la falacia del técnico
La obsesión con los técnicos es una señal del agotamiento del sistema democrático en Colombia y en todo el mundo; es momento de re-politizar las relaciones sociales, volver a Schmitt, Gramsci, Laclau y Mouffe, y crear los antagonismos propios de la vida en comunidad.
¿La democracia está sobrevalorada?: Sobre el valor del conflicto y la indignación
Lo primero que hay que hacer en este juego en el que no se tiene parte es agudizar el conflicto social, exponer y desnudar a esa casta mafiosa que se ha tomado las instituciones para su beneficio, con el fin de hacerle frente a las reglas del juego y extender la calle para el regocijo de todos.
La Comisión de la Verdad ¿hacia una nueva política de la verdad?
Pero así como la Comisión tiene la tarea de producir lo que, siguiendo a Foucault, podríamos llamar una nueva política de la verdad, dicho producto puede convertirse en un conjunto de hojas sin ningún valor si los movimientos sociales, las instituciones educativas, las organizaciones barriales y la sociedad en general no asumen la tarea de re-pensar el conflicto en virtud de sus condiciones históricas, de repensarlo como una condición que determina lo que es la sociedad hoy.