Ni gigante dormido, ni sinónimo del bien común; el centro es solo expresión de una utopía que es de derecha por excelencia: la de la política sin política, una polarización contra la polarización y un cambio contra el cambio. Su grandilocuencia y sensatez son en su verdadera naturaleza solo una vergonzosa paradoja.

Andrés Felipe Parra Ayala
¡Que la izquierda condene lo que pasa en Venezuela!
Lo que sospecho es que cuando los sectores dominantes de opinión utilizan el concepto “dictadura” no tienen un concepto definido -que por lo demás es incapaz de mostrar y dar cuenta de las manifestaciones del autoritarismo y las violaciones de Derechos Humanos en el mundo contemporáneo-, sino una intencionalidad política: “dictadura” equivale en el mainstream político y mediático a aquello que debe ser destruido sin reserva alguna, sumándole a ello un cheque en blanco moral y político para quienes se le oponen.
¿Cómo criticar a Venezuela desde la izquierda?
Venezuela se está pareciendo mucho a las “democracias” liberales actuales en las que las instituciones se convierten en apéndices protocolarios del poder de los mercados y la securitización. Y precisamente por ello las acciones del gobierno venezolano no deben ser excusadas por su similitud con lo que hay, sino ser criticadas con vehemencia desde un punto de vista de izquierdas.
¿Se puede estar en contra de la Tauromaquia sin ser vegetariano?
La tauromaquia no es condenable porque afirme una superioridad del hombre contra los animales, sino porque la desfigura y la presenta de un modo que no se corresponde con su propia forma de ser.
¿De verdad hay razones para votar “No”?
Cuando los uribistas afirman que el Acuerdo conduce al ascenso inmediato de las Farc al poder, gracias a los recursos políticos (curules) y comunicativos que tendrán las Farc, nos dicen por debajo de cuerda que no hay nadie en sus filas que tenga la capacidad intelectual y política para detenerlos democráticamente o vencerlos en debate. En esto hay que conceder que al menos hacen un diagnóstico honesto –aunque inconsciente- de sus propias capacidades.
¿Qué debe hacer la izquierda en el escenario del posacuerdo?
El futuro de la izquierda depende de saber encontrar ese fino equilibrio de la paz con justicia social en cada caso, en cada escenario y en cada horizonte estratégico. Hay que ponerse la camiseta de la paz y del posconflicto, pero para jugar el partido y meterle el gol a Santos.
Peñalosa, el tirano
Afirmar, como lo quiere el alcalde, que en 40 años habrá un crecimiento de 300% en la población de la ciudad, no es un despiste, ni una ligereza; es engaño deliberado a la ciudadanía. Así como es totalmente engañoso mostrarse como técnico y no como político, compitiendo para ocupar un cargo político.
¿Merece la izquierda sus derrotas?
A veces creemos que ser radicales es decir lo último y no lo primero. Y cuando creemos que ser radicales es defender la coherencia interna de un discurso de izquierda, estamos condenados a no ser radicales, es decir, a no ir nunca a la raíz del problema: la sociedad.
Venezuela y las lecciones agridulces de la izquierda
Las cosas ya no son como antes y por ello las razones de antes para votar por la izquierda no son exactamente las mismas que las razones de hoy. Sin saber leer este cambio y sin reconocer la importancia de la gestión, las hegemonías de la izquierda serán únicamente “décadas ganadas” y no opciones reales de poder que salven a la vida humana y planetaria de la catástrofe capitalista
El Estado Islámico y la guerra solapada en medio oriente
Antes que apoyar a Rusia y a Putin con una fe ciega y con una actitud panfletaria, la izquierda debería concentrar sus esfuerzos en elaborar y difundir una caracterización precisa de la guerra. En la así llamada guerra contra el terror, este último no es un puro efecto de la violencia generada por las acciones repudiables de los grupos extremistas y antidemocráticos. El efecto de la violencia es multiplicado y apreciado, sobre todo, por los Estados que dicen combatir el terror.
De “sapos” y preacuerdos
¿Es realmente la igualación entre las Fuerzas Armadas y las fuerzas insurgentes un sapo, una consecuencia negativa que debe ser asumida por la opinión pública para poder tener un país en paz? La respuesta a esta pregunta es: no. La igualación entre las Fuerzas Armadas y la guerrilla no es un “sapo”, ni un mal desagradable pero necesario, sino una oportunidad de entender que el Estado en Colombia no es un tercero neutral, sino un actor más dentro del conflicto armado.
Peñalosa o el infantilismo bogotano
Las intentonas de Peñalosa, y el lamentable apoyo que todavía recibe en muchos sectores de opinión, reflejan el pensamiento de cirujano plástico que muchas veces tenemos los bogotanos a la hora de enfrentar la realidad de nuestra Ciudad.
Carta abierta a los defensores de la Familia
He oído decir a algunos de ustedes, con una seguridad espantosa, que los homosexuales no podrían ser padres porque no pueden tener hijos naturalmente. Frente a esto, yo les pregunto con la misma seguridad: ¿tiene, entonces, un Párroco que embarazar a cuanta muchachita se le atraviese para ganar el título de Padre? Al igual que mi pregunta, el razonamiento de algunos de ustedes es simplemente vergonzoso.
¿Ser pilo paga en Colombia?
La argumentación deficiente de los defensores de las 10 mil becas permite, sin embargo, revelar el verdadero mensaje de su defensa vehemente: muchas veces se trata de arremeter de forma ofuscada contra la educación pública. Así lo ha dicho Salomón Kalmanovitz en su columna de El Espectador: al igual que el Joker de Batman, los sindicatos y el sector público quieren destruir el mundo.
El apartheid bogotano
Utilizar el argumento de que el presupuesto de una familia de estrato 1 no puede costear el estilo de vida estrato 6 es solamente una excusa. Puro clasismo solapado. Es así porque si el problema del acceso a servicio pudiera solventarse, esos mismos sectores se seguirían oponiendo a la medida del Distrito.
Syriza y las lecciones para la izquierda
El éxito de Syriza se debe a que abandonaron dos dogmas que han acompañado a las prácticas tradicionales de la izquierda. El primero es darse cuenta que la izquierda no tiene al pueblo debajo del brazo y que por sí misma no es una opción popular, sino que tiene que llegar a serlo. El segundo es poder mostrar a la sociedad griega que no hay nada que perder.
El debate de Iván Cepeda y el camino hacia la paz
A las fuerzas de la izquierda democrática les queda una tarea esencial para la construcción de la paz, vislumbrada por el debate: intentar que los colombianos entendamos nuestro país por medio de la historia del paramilitarismo.
El Estado Islámico y las contradicciones de la lucha contra el terrorismo
La razón por la que no puede augurarse un final rápido del Estado Islámico es que combatirlo integralmente exige que Estados Unidos renuncie a buena parte de sus intereses en oriente medio y abandone sus planes en Siria. Y es muy poco probable que eso suceda. Por no alterar sus planes geopolíticos, Estados Unidos podría crear otro monstruo para combatir el monstruo.
¿Qué pasa si Uribe llega al congreso?
¿Pero Uribe no sería juzgado por la Corte Suprema si se vuelve congresista? La respuesta es que sí sería juzgado, pero no por lo que hizo siendo Presidente de la República. Ninguno de los expedientes que ahora están bajo la Comisión de Acusaciones pasaría a manos de la Corte Suprema de Justicia.
¿Debe la izquierda colombiana votar por Juan Manuel Santos?
Pero este argumento que reprocha falta de consecuencia política a quienes llegasen a votar por Santos en segunda vuelta, aunque se base en algo cierto, en sí mismo es absolutamente superficial y profundamente equívoco. Quienes lo formulan asumen, igual que los uribistas que tanto dicen criticar y a los que tanto acusan de estupidez e ignorancia, que el proceso de paz y los diálogos de la Habana son santistas.