Todo oficinista de bien sabe que no está del todo bien ser oficinista. Tiene que haber algo de antinatural en el hecho de que un mamífero esté sentado tanto tiempo. ¿Un comportamiento único en el reino animal? Seguramente. ¿Alguna conducta similar en la historia del sapiens? No lo creo. ¿Qué dirán las enciclopedias de los oficinistas cuando su labor histórica desaparezca y se enseñe en las escuelas como una curiosidad antropológica? Nunca lo sabremos, por fortuna.

Sebastián Urdaneta
La miseria del mundo (Breve taxonomía de los oficios infames)
Todos los intelectuales del mundo, incluyendo a Dios, podrían dejar de trabajar una semana y no creo que pasaría mayor cosa. En cambio, habría que pensar en un día en el que todos los oficios del mundo se detuvieran para poder figurar el caos: pueblos, ciudades y naciones paralizadas. El motor de la sociedades -paradójicamente escribo-, está tan lejos de la meditación como cerca del trabajo práctico.
Sujeto en las Iglesias
Tengo esta impresión de que lo que está en juego en las iglesias es una disputa por el sentido común, por el orden simbólico de las cosas. Al contrario de la ciudad, en donde todos nos odiamos con todos, en las iglesias se nos impone un código que cumple el papel de ocultar, legitimar y naturalizar las diferencias sociales.
El espacio entre las cosas
He llegado a mi estación. Mientras me escabullo entre los otros pienso en los buses colmados, las cárceles saturadas, las escuelas y hospitales públicos del hacinamiento. ¿Por qué habrá lugares en los que hay más espacio entre las cosas? Y creo que sí, que la lucha de los oprimidos también es por el espacio.
Los tres funerales de la palabra escrita
Boudrillard escribiría que somos la cultura de la eyaculación precoz, de la producción acelerada, de la exacerbación de la voluntad de poder. Así es que vamos perdiendo los rituales, que por lo general cumplían el papel de fraccionar el flujo de la vida en momentos determinantes, para entregarnos al desenfreno y acabar la propia vida pronto.
Instrucciones para fumar marihuana
Para que usted fume marihuana hará falta un poco de confianza en la procrastinación. A la ética del trabajo, reivindicada por igual por marxistas, obreristas, neoliberales inescrupulosos y fanáticos protestantes, deberá usted contraponer su derecho al ocio o, en palabras de Bataille, al gasto improductivo. Olvide las técnicas americanas de estudio, las diez claves del éxito y demás atajos que le propone el capitalismo. Absténgase del trabajo útil.
Entrevista fallida a un guerrillero plural
Si el hombre asume un rol de acuerdo a su contexto, entonces no será rudo cuando no haya guerra que lo demande, ni brindará por sus muertos cuando no los tenga, y trabajará la tierra cuando así convenga. Interpretará el papel que le toque, en dónde el Partido lo mande, pero esta vez sin un fusil al hombro.
Privatizar el castigo: la historia de un ladrón de queso
¿Y si echáramos una mirada al interior de las prisiones de tanto en tanto? ¿Y si reconociéramos que las sociedades desiguales agrupan a la vez que excluyen? ¿Y si reconociéramos la contingencia de ser quienes somos y no ladrones, asesinos o indigentes? Ya lo advertía Dostoievski hace más de un siglo: “las normas de la civilización de un país pueden juzgarse al abrir las puertas de sus prisiones”.
¿Buenas razones para quemar juzgados?
Antes de que la próxima reforma a la justicia rellene a pueblos como Caloto o Miranda de juzgados, si es que lo hace, habría que preguntarles a los ciudadanos qué tipo de justicia demandan, qué jueces se consideran legítimos en el territorio, bajo qué formas jurídicas se sienten amparados. Habría que entender que el lenguaje de la justicia debe corresponderse con el lenguaje del pueblo