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En 1988, en la población de Hay-on-Wye, en Gales, se llevó a cabo el primer “Hay Festival of Literature & Arts” a nivel mundial. Surgió como un encuentro de amigos en torno la literatura, la música y otras artes, y se llevó a cabo cada año aumentando el número y diversidad de sus invitados. Desde 1996 el Festival se ha replicado en otros países como México, Italia, Brasil, España, Perú y Colombia.
Este año, la ciudad de Cartagena fue nuevamente la sede de la XIII versión del Hay Festival en donde se dieron cita más de 150 escritores, filósofos, ilustradores, cantantes y periodistas de Colombia y el mundo. Durante cuatro días la ciudad amurallada fue escenario de debate sobre gran diversidad de temas, desde “El futuro de la edición”, “La música y protesta política” y “El arte de contar historias” hasta “La violencia armada como cicatriz histórica” y “Los medios de comunicación en la era de la posverdad”.
Palabras al Margen participó en esta edición y tras hablar con los asistentes, invitados y ciudadanos cartageneros, hacemos un balance de los puntos fuertes, las críticas, las lecturas y los retos que tiene este Festival.
Puntos fuertes
En la era de las comunicaciones digitales, vale la pena tomarse un respiro para pensar el mundo e imaginar la vida desde otras miradas. El Hay Festival Cartagena es un escenario de intercambio de ideas, necesario para alimentar el debate con diferentes perspectivas y lecturas del mundo. Se ha convertido en una ventana a los invitados y aproxima a los ciudadanos a sus escritores favoritos. Es un evento cálido, actual, con energía e inspirador.
Un punto valioso de este encuentro cultural es la diversidad de disciplinas: literatura, cine, filosofía, historia, ciencia, periodismo y música, una mezcla perfecta que logra generar puentes entre ellas. El programa del Hay Festival permite comprender estas artes y disciplinas de forma holística, como parte de un todo que está en constante construcción.
Cabe destacar la dinámica de respeto del Festival hacia las diversas disciplinas y su ánimo de diálogo entre ideas contrarias, similares y complementarias. Así como en sus ediciones anteriores, el Hay 2018 abordó temas de interés y propuso nuevos contenidos de actualidad e importancia.
Críticas al Hay
Desde que se realizó por primera vez en Colombia, el Hay Festival ha sido blanco de diversas críticas. Válidas, por supuesto. La primera viene por de los propios invitados al Festival, especialmente los extranjeros, quienes perciben que el festival se lleva a cabo en una “burbuja”. Al realizarse en la ciudad vieja no hay contacto con la verdadera Cartagena, con sus habitantes y su realidad. Es de conocimiento público la gran desigualdad de la ciudad costera, sus niveles de pobreza, los altos índices de discriminación racial y exclusión social y política. Pero el Festival no da cuenta de estas situaciones, incluso parece diluirlas con su belleza, sus lujos e ilusión de paraíso tropical.
Si bien el Hay ha tratado de responder a esta crítica con la realización de festivales anexos en Riohacha y Medellín, y con la creación del Hay Comunitario y el Hay Joven que se realizan de forma gratuita en varios escenarios de Cartagena, no ha sido posible la integración real del Festival con la realidad de la ciudad.
Una segunda crítica se da por parte de los asistentes al Festival. Aunque cada edición cuenta con invitados especiales y destacados de la escena mundial, en el plano nacional la diversidad de los participantes se ha ido agotando. Sin ampliar en las causas, los asistentes se han encontrado en varias ediciones con los mismos personajes y charlas similares, lo cual contrasta con la amplitud de los temas eje del Festival.
¿Dónde queda la cultura popular? Esta es la tercera crítica, hecha especialmente por quienes han decidido no participar del Festival o dejar de hacerlo. Argumentan que el evento “ha favorecido” unas expresiones culturales sobre otras, dejando de lado la cultura popular propia de la ciudad y el país. Miran más hacia fuera que hacia dentro.
Reflejos de una sociedad
Al vivir el Hay Festival, dialogar con sus asistentes y salir de la muralla para hablar con sus habitantes, se observa que hay tres situaciones que reflejan nuestra relación con este tipo de eventos:
Primero, aún se concibe la cultura como un tema de élites y alejado de la vida cotidiana. No genera interés en el común de la gente o se tiene por algo “incomprensible”, incluso separándola de la vida misma.
En segundo lugar, en eventos que se realizan alrededor del Hay Festival, como cocteles y fiestas, se puede leer la segregación: por ejemplo, que en un evento independiente convocado con motivo del Hay, las únicas personas negras son las encargadas del servicio y, de ellas, las mujeres usan “trajes típicos” mientras reparten patacón con suero costeño.
Tercero: “Es un Festival de cachacos”, se escucha más de una vez por parte de los ciudadanos, quienes sienten el festival como un evento que paga alquiler pero del que no hacen parte.
Para próximas ediciones
Si el Festival quiere ser un evento incluyente, cercano a la gente y romper la “burbuja” que construye, es necesario que fortalezca las iniciativas del Hay Comunitario y el Hay Joven, así como su relación con la sociedad cartagenera. Ampliar la participación de la gente en su organización y recoger más expresiones culturales de un país tan diverso como Colombia.
Finalmente, la invitación es a participar. A apropiarse de estos espacios y explorar sus posibilidades. Encontrar en el Hay Festival ideas para transformar la vida y el mundo, para construir con nuevos elementos y conocernos entre los invitados, los organizadores y asistentes. Construir desde la diversidad y tender puentes entre las diversas expresiones de la literatura, el cine, la filosofía, la historia, la ciencia, el periodismo y la música.
Nota realizada por Carolina Garzón Díaz para Palabras al Margen.
Crédito fotografía: Carolina Garzón Díaz.