Independientemente del debate financiero, urbanístico y de planeación (incluso de seguridad) que merecen estos episodios, he pretendido resaltar cómo la Administración asume un discurso político de odio, segregación y obediencia de la ley. Hay ciudadanos buenos y malos: los malos se cuelan en el sistema, son vándalos, capaces de matar y, sobre todas las cosas, no aceptan pagar por usar el Transmilenio.
Autoritarismo
El regreso del autoritarismo en política: ¿de Erdogan a Ordóñez?
Hace falta una verdadera política de despliegue institucional en las regiones que apunte a una reconstrucción del Estado y de lo público. Los inevitables problemas que ocurrirán en el proceso de implementación de los acuerdos de paz podrán ser aprovechados políticamente por los opositores sociales, económicos y políticos a los acuerdos firmados. En este sentido, la próxima elección presidencial será un momento clave para el país y su futuro democrático. Desde ya se puede vislumbrar la construcción de un proyecto político católico-conservador para encarar las elecciones presidenciales de 2018.
“Dios y Patria”: el nuevo Código de Policía, la violencia sobre el derecho
En la medida en que este código no sea modificado radicalmente, es decir, que sea la prevalencia de los derechos de la ciudadanía, antes que la fuerza, el orden y el control, lo que se privilegie con esta reforma, no hay razones para pensar que lo que está en juego es, en medida alguna, el bienestar social.
Nuestro autoritarismo y la paz que viene (II)
El autoritarismo del régimen también se expresa en otro anacronismo odioso: no ha permitido un recambio de élites gobernantes y básicamente sigue remozando a la vieja oligarquía santafereña con sus ocasionales aliados regionales. Esa es otra traba de nuestro régimen político que debe ser superada en la Colombia del posconflicto.
Taxi y el tesoro perdido de la revolución iraní
Esta película de Jafar Panahi está cerca de la valentía y la inteligencia que está viva aunque reprimida hoy en Irán, y que estuvo viva y desencadenada en las bases y en el corazón de una revolución que en 1979 sorprendió y fascinó al mundo. Una revolución arruinada por su autoritarismo, y que, burocratizada y rutinizada, acabó sepultando, como su “tesoro perdido”, la enorme potencia afectiva e imaginativa del Islam chiíta y la dignidad del pueblo iraní que la hizo posible.