Sin embargo, existe una contradicción entre el beneficio privado y público en la expansión urbana. Y en ningún caso es más evidente que en los debates ambientales. Claramente, la consolidación de la Reserva Van der Hammen les traería pocos beneficios económicos a los dueños de las tierras, puesto que no sólo no serían urbanizables, sino que se les comprarían a bajo costo. Ni los bancos ni los constructores harían negocios. Miles de familias no serían propietarias de los apartamentos que se construirían.

Susana Romero
PhD en Historia de la Universidad de Cornell (Estados Unidos). Maestra en Historia y Economista de la Universidad Nacional de Colombia. Su trabajo investigativo y académico se centra en la historia del desarrollismo y la modernización en América Latina, tanto en áreas urbanas como rurales. Actualmente investiga sobre el papel de la construcción (particularmente vivienda) y el crédito como herramientas políticas del Estado colombiano a mediados del siglo XX.
Bogotá: ¿Urbanización (in)sostenible?
En un momento tan crítico en la historia del país, es necesario revaluar la creencia generalizada de que sólo las ciudades “traen progreso” y que la gente vive mejor en metrópolis cuyos problemas de transporte, ambientales, y de escasez de servicios son en muchas ocasiones inmanejables. Si se le espera dar una oportunidad al campo colombiano como eje de desarrollo económico y social, la construcción de macroproyectos en ciudades caóticas y desiguales como Bogotá posiblemente no son la respuesta adecuada de autoridades distritales, constructores y urbanistas a la problemática nacional.