Así que esta no es ni una victoria ni una derrota. Es una situación de crisis. No conozco ahora mismo las respuestas ni las salidas y también me cuesta pensarlas porque todos estamos elaborando el momento. Sin embargo, en una situación donde estamos ante todos los riesgos y todas las oportunidades, existe la virtud de que la vía militar, incluso para el ELN aún en armas, se ha ido clausurando al punto de impedir al propio uribismo defender cualquier cosa que no esté en el campo de las soluciones políticas.
Plebiscito
Votar sí al mejor acuerdo posible y con la esperanza de una Colombia mejor
Privilegiar la continuación del conflicto armado, a pesar de las numerosas futuras víctimas que este conllevaría, para no renunciar a una idea personal de la «justicia» y un deseo pasional de ver a los guerrilleros castigados, no sólo representaría una falta política sino también una actitud en contravía de la ética.
¿De verdad hay razones para votar “No”?
Cuando los uribistas afirman que el Acuerdo conduce al ascenso inmediato de las Farc al poder, gracias a los recursos políticos (curules) y comunicativos que tendrán las Farc, nos dicen por debajo de cuerda que no hay nadie en sus filas que tenga la capacidad intelectual y política para detenerlos democráticamente o vencerlos en debate. En esto hay que conceder que al menos hacen un diagnóstico honesto –aunque inconsciente- de sus propias capacidades.
“Mató el tigre y se asustó con el cuero”: ¡refrendar la paz en Colombia!
En mi interpretación de este dicho, la simbología del tigre se refiere a la fantasía militarista de la guerra, la realidad del cuero al conflicto político constitutivo de la paz. Contra la cobardía militarista que sigue proyectando en el tigre sus ilusiones de una Colombia sin conflicto de clases, el heroísmo pacifista resiste con asumir responsabilidad por los cientos de miles de víctimas que ha dejado esa guerra, para darles propio entierro. Asumir responsabilidad por el cuero quiere decir confrontar las causas sociales que han hecho que el irreducible conflicto que nos constituye se exprese no en la forma política del desacuerdo, sino en la forma armada de la violencia. El cuero, en otras palabras, no desaparece, así como no desparecen los millones de víctimas que ha dejado el conflicto armado colombiano.
Menos opiniones, más explicaciones: Polarización, psicología cognitiva y el plebiscito por la paz
Antes de tratar de convencer a alguien de votar Sí o No en el plebiscito, trate de llegar a consensos sobre lo que sí dicen y lo que no dicen los textos de La Habana. En otras palabras: trate de intercambiar explicaciones antes de debatir argumentos a favor y en contra. Este ejercicio resultará tan útil para usted como para su interlocutor a la hora de establecer qué tan bien comprenden lo pactado en La Habana, ayudando a reducir polarizaciones y actitudes extremas basadas en la desinformación.
Respuesta al amigo que pensaba votar No
Tú dices: ¿qué ejemplo le vamos a dar a las nuevas generaciones? Bueno, tanto tú como yo tenemos hijos. Hermano, ¿qué ejemplo le vamos a dejar? Yo te digo, démosles un ejemplo de grandeza, de generosidad, de perdón. Posiblemente, no seremos ni tú ni yo los que veamos este país en paz. Porque cuando este proceso termine, y si termina bien, y si el plebiscito se aprueba, va a haber muchos odios detrás. Ojalá no, pero es muy posible que muchos líderes políticos de las FARC reciban atentados, en otras palabras: todavía nos falta un camino de dolor (¡ojalá me equivoque!).
Es lo mismo pero no es igual, aunque también puede ser diferente (Respuesta a la opinión “más leída”)
La opción política por la que optaron las FARC-EP y el Gobierno, frente a un horizonte de destrucción mutua o de mediocridad normalizada y continua, fue precisamente la que tanto defendió Uribe: la reconfiguración de la “unidad social” en torno a la recuperación de la soberanía Estatal. Ahora bien, el Acuerdo Final problematiza la cuestión de “la unidad” introduciendo una representación del “espacio común” como un espacio plural, heterogéneo, esto es, representando “la diferencia” como un problema político y no como una forma de ruptura de dicha unidad, como una amenaza, como una monstruosidad incluso.
Desbordar el sentido común: un movimiento popular para la paz
Creer que la paz se alcanzará a punta de reformas administrativas del Estado es una completa ingenuidad. Construir una paz estable y duradera tiene que ver más con agenciar las prácticas cotidianas con escenarios donde la lógica del diálogo, de la diferencia y de la reflexión estén en el primer orden.
Posiciones y riesgos para la paz en Colombia
No es una cuestión secundaria para Colombia el plebiscito del próximo 2 de octubre. La heterogeneidad de posiciones, ambigüedades y contradicciones en relación al discurso de quienes defienden votar por la paz se expresarían en nuevos escenarios. Mientras tanto, la extrema derecha busca cómo incentivar la guerra y romper la nueva forma como se busca tramitar los conflictos que hay y que vendrán.
La academia del posacuerdo, ¿ciencia política sin campesinos?
El domingo se votará por la aprobación de un Acuerdo que concentra gran parte de su implementación en el sector rural. Y sólo durante un evento, que claramente no representa todo el campo académico, fue posible imaginar lo difícil que será garantizar una relación estrecha entre la academia y la implementación de los acuerdos.
La paz como horizonte de altísima existencia
La construcción de la paz en Colombia está más ligada a una dinámica marcada por la conflictividad que a un ilusorio espacio de desaparición de la confrontación social y política. Las movilizaciones, los pliegos y las reivindicaciones antes que poner en riesgo la paz, la re-crean como tensión política inagotable.
Solo decimos: démosle una oportunidad a la paz
Sabemos, a la luz de la experiencia internacional, que no puede haber salida perfecta para situaciones traumáticas de violencia política; que todo acuerdo exige concesiones de parte de cada uno de sus actores; que ningún compromiso puede dar plena satisfacción, a la vez, a todas las exigencias de justicia y reparación para las víctimas, de castigo para los victimarios, de develamiento exhaustivo de la verdad para la sociedad en su conjunto.
Del SÍ al proceso de paz (obvio que SÍ), el papel de los procesos locales de organización en la implementación y algunos demonios
Este momento de transición es importante porque es donde se jugará no solo el cumplimiento de las partes y la implementación de dichos acuerdos en los territorios, sino qué organismos, estructuras o actores se encargarán de los mismos.
El SÍ sin memoria carece de sentido
Una campaña del SÍ que resista a la política de amnesia que se plantea desde el Estado, que exponga la responsabilidad del Estado y la señale, que defienda el SÍ como una manera de darle una oportunidad al Estado y sus élites de verdaderamente demostrar que pueden convivir con gente que piensa diferente es una campaña que educaría en la reconciliación, en la transformación de nuestra relación con el alzado en armas y nuestra redefinición como sociedad civil frente al Estado que durante muchos años le ha negado derechos humanos, sociales y políticos a su población.
La paz: tiempo histórico, tiempo de la política
Son estos los tiempos históricos de la política. Son estos los “cuartos de hora” de los pueblos para dirimir futuros históricos. En tiempos de política, de la grande y no de la pequeña que se resuelve en los conciliábulos y recintos del poder, no hay nada preestablecido, todas las bifurcaciones son posibles; sólo deciden las correlaciones de fuerzas, no sólo en términos de antagonismos, sino también de articulación y de cooperación.
Del plebiscito a la implementación
El verdadero hecho democrático no será el voto que depositemos en dos semanas, será la inclusión real de la población, y no puramente formal o técnica, en la puesta en marcha de los proyectos con los que se pretende cumplir la segunda parte de lo nombrado en el acuerdo: la construcción de una paz estable y duradera.
Un nuevo comienzo: ¿democratización o tecnocracia?
El voto por el “Sí” al que nos volcamos con un entusiasmo quizás inédito en la historia de nuestro país, será un entramado complejo de visiones contrastantes del futuro del país, de quiénes están llamados a labrarlo y de lo que ese “nuevo comienzo” implica en términos del afianzamiento, o la transformación, de aspectos constitutivos del orden social imperante en nuestra sociedad.
El derecho a la paz
Creo que es necesario que los promotores de la campaña por el “Sí”, por fuera del liderazgo que ojalá sepa emprender Gaviria, planteemos la discusión sobre nuestra mirada y nuestras verdades simples; aquellas con las que podremos enfrentar las mentiras fáciles frente a las que no se puede luchar solo con las verdades complejas de pedagogía profunda. Porque para los éxitos electorales, según me han enseñado los propios publicistas, antes que diseños creativos con grandes recursos, se necesitan convicciones claras y capacidad de síntesis.
De cara al plebiscito: una decisión histórica
Si gana el no, o incluso si nos abstenemos de votar, asumiremos la pena de ser sombras inmóviles que no vieron de frente su realidad, apariencias humanas que prefirieron vendar sus ojos para culpar a otros por no asumir la decisión histórica de su propio presente.
La academia apoya el SÍ del plebiscito
La refrendación de los acuerdos de paz vía plebiscito no se reduce a un mecanismo de legitimación. Constituye una oportunidad inédita para que los colombianos y colombianas demostremos nuestra voluntad de apostarle a un país en paz.