A menudo parece un discurso romántico y demagógico el declararse defensor de la vida, pero la realidad ambiental y social nos va ubicando a los humanistas en esta orilla de defender lo obvio. El sentido común del capitalismo que domina las conductas y acciones cotidianas de las sociedades contemporáneas tiene en esencia un sentido antihumano, destructor de la naturaleza y que reivindica la desigualdad como un patrón de reproducción social imposible de ser transformado, porque es lo natural o un mandato divino.

Carta pública dirigida al presidente Iván Duque
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Carolina Garzón Díaz
